lunes, 14 de abril de 2008

ENANITOS TOREROS

Los colaboradores del Gran Tin Tin ganan entre 60 mil y 250 mil pesos por cada velada. También cuentan con seguridad social porque están afiliados a la Unión de Toreros de Colombia. En el peor de los casos tienen diez presentaciones al mes.



Hugo Martínez —39 años, 118 centímetros— bebe un nuevo buche de cerveza y empieza a enumerar las ventajas de los enanos: no se descalabran con los travesaños de las puertas, ni sufren cuando se agachan y, como si fuera poco, se libran de toparse cara a cara con Dennis Rodman, ese tipo tan feo.

Sus compañeros de juerga, enanos como él, largan la risotada. Uno de ellos le golpea la cabeza con la palma de la mano, otro lo empuja, los demás le piden que no les embrome la vida. Todos lucen achispados, felices. Martínez, a gusto en su papel picaresco, levanta las nalgas y las menea en forma chistosa. Después continúa su función.

Cuando se presenta un asesinato —dice—, un enano jamás es el primer sospechoso, así se encuentre al lado del cadáver con una pistola humeante en la mano. Además, como sus ojos están cerca del suelo, tiene muchas posibilidades de descubrir, al lado de una alcantarilla, aquel extraviado billete de 20 mil pesos que los seres normales no pudieron ver por andar englobados en las alturas.

Larry Plazas —16 años, 120 centímetros— le pide a Martínez que suspenda las payasadas, porque ya le duele el estómago de tanto reírse. Martínez lo amonesta con una mirada severa que, evidentemente, es fingida. Sonríe, le pellizca la mejilla. Luego se tambalea como borracho y dice que aún no ha mencionado la ventaja más grande de todas. En este punto se dirige a mí y me advierte que yo no lograría, ni en sueños, un momento de placer con Jennifer López. Lo máximo que conseguiría, si la viera, sería un autógrafo, o comprobar que soy más alto que ella.



—En cambio yo, papá —exclama, con el rostro súbitamente enrojecido—, si me pongo junto a ella, le doy por el culo.

Sus secuaces vuelven a reír de un modo estridente. Uno de ellos opina que Hugo tiene tanta gracia que debería llamarse Chris Rock. Hugo, siempre chusco, le responde que está pensando en ir a una notaría para reemplazar su apellido Martínez por Norrea. Entonces todos comienzan a gritar en coro:

— ¡Hugo Norrea!

— ¡Hugo Norrea!

— ¡Hu—Gonororrea!

— ¡Hu—Gonorrea!

La escena tiene lugar en Mariquita, Tolima, un sábado por la tarde. Faltan tres horas para que los ocho enanos toreros del grupo El Gran Tin Tin comiencen su actuación. Así que mientras llega el momento definitivo, la cuadrilla aprovecha para dejarse caer unas cuantas cervezas entre pecho y espalda. El más sediento es Víctor Prieto —30 años, 135 centímetros—, quien le pide a Hugo, con un gesto teatral, que deje "la hijueputa vulgaridad".

—Marica, recuerde que a mí me llaman 'Vulgarcito' —le contesta Hugo, antes de volver a empinarse la botella de cerveza.

Todos siguen riendo a carcajadas en el patio de la señora Elinor Elles, dueña de la cantina de mayor tradición en el pueblo.

Por: ALBERTO SALCEDO RAMOS
TOMADO DE :www.soho.com.co

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola se que este articulo es bastante viejo me gustaría saber donde los puedo encontrar o si tienes algún teléfono que me puedas dar.

Gracias.